sábado, 12 de mayo de 2012


En el año 2013, volveremos a las urnas para elegir a un Presidente(a) de la República así como a senadores y diputados.
Es una oportunidad para expresar, con fuerza y de manera diferente, nuestra protesta por estar tan lejos de iniciar el camino para alcanzar el desarrollo humano.
El actual modelo ya cumplió 35 años y un amplio sector de la sociedad fue sacrificado durante esta revolución liberal económica. Ciertamente, el país creció económicamente pero no hay ni una sola área donde la población pueda decir que obtuvo algún bienestar.
Con la complicidad de los medios de comunicación,  la casta privilegiada,  que recibió la ayuda de los concertacionistas “ apatronados”  lograron instalar la idea que la globalización y la economía de mercado representan la única vía posible.
Se ufanan y con soberbia, de un relativo éxito en la lucha contra la pobreza. Con su lenguaje remilgado y escudándose en las estadísticas, subrayan que en estos años se ha reducido la cantidad de pobres, de un 38.6% en 1990 pasamos a un 16% en 2010. Con sus quintiles, pretenden convencernos que la frontera entre extrema pobreza y pobreza  se sitúa en la línea de 72.000 pesos. La última novedad  es la posibilidad de acceder al Ingreso Ético Familiar, es decir, 170 mil familias en pobreza extrema van a recibir alrededor de 53 mil pesos mensuales. ¡Muy bien!.. Además, aquel  grupo de miserables que tenga buena conducta podrá recibir un dinero extra. Por  ejemplo, se premiará con el Bono al Logro Escolar a las familias cuyos hijos estén en el 30% de los mejores alumnos de su curso ($50.000 para los que estén en el 15% mejor del curso y $30.000 para los que estén en el 15% siguiente). ¡De nuevo...Bravo!
La mayor estafa del modelo radica en el mundo del trabajo. Aquí, donde un grupo influyente de la casta dirigente  milita en el Opus Dei y pregona como Escrivá de Balaguer que los hombres se pueden santificar a través del trabajo, se pagan remuneraciones miserables. Seguramente hemos entendido mal: no se trata de un sueldo sino de una penitencia que nos permitirá llegar al paraíso. El caso es que según las últimas encuestas de ingresos del INE, el promedio mensual es de $360.300. También hay  importantes diferencias  entre sueldos de hombres y mujeres. Así, el sueldo medio masculino alcanzó $417.900, mientras que la misma categoría para mujeres llegó sólo a $280.900, lo que representa un 32% de diferencia.
¿Cómo el capitalismo chileno logra que una enorme masa de trabajadores mal pagados no se rebele?  Muy fácil, con la ayuda del Estado que mediante el asistencialismo –disfrazado de reformas sociales- entrega cierta cantidad de bonos que amortiguan la ira de los asalariados. Al mismo tiempo, los créditos  de consumo- pagados religiosamente y con altos intereses-  crean en los empleados la ilusión de contar con un poder adquisitivo que, al fin y al cabo, es pura ficción. Pero la compra de un plasma o un viaje de 8 días a Cancún bastan para enajenar a una inmensa masa de ciudadanos que terminan convencidos de estar recibiendo los beneficios del modelo. Sin embargo, cualquier traspié  se transforma en un descalabro para esas personas, por ejemplo,  cuando una enfermedad de mediana gravedad asoma en sus vidas. Habría que preguntarle a los think tanks  y centros de estudios varios,  si alguna vez han encuestado sobre la cantidad de bingos y “completadas “que se hacen en los barrios para recaudar algunas chauchas  para comprar drogas contra el cáncer, prótesis, sacar una muela o comprar una silla de ruedas. Ese Chile no figura en los análisis de los tinterillos y columnistas que publican en los diarios chilenos.
Los candidatos a lo que sea cuando bajan a las ferias son frecuentemente interrogados por los escuálidos montos de la jubilación. ¿Cuantos tienen la honestidad de decirles a esas personas que mientras tengan salarios bajo los 500 mil pesos, tendrán una pensión mísera porque así funciona el sistema de cuenta individual?
Una mujer afiliada a una AFP y que está a diez años de jubilarse tiene hoy un ahorro que, en promedio, es casi tres veces menor que la cifra que acumula un hombre.

A los 50 años de edad, es decir, a diez años de la edad legal para pensionarse, las mujeres acumulan un promedio de $7,5 millones en su cuenta de capitalización individual. En tanto, los hombres llegan a un promedio de $20,1 millones a los 55 años, edad en la que ellos se sitúan a diez años del retiro. Si estas cifras se traducen en pesos, arroja que en el caso de una mujer, esta acumulación se podría traducir en una pensión proyectada a los 60 años de $92.106, considerando una rentabilidad de 4% anual sobre el fondo y que mantenga cotizaciones por el 10% de un ingreso promedio para este género, de $456.443.
¿Qué harán estos pensionados cuando el propio envejecimiento los lleve a solicitar más atenciones médicas y requieran de 5 o 6 fármacos por día?   

La política de bajos salarios ha sido explicada tanto por el riesgo de crear más cesantía (lo que es un chantaje)  y el bajo nivel de educación o capacitación técnica de los trabajadores. Veamos. Según el informe de  carreras del Ministerio de Educación, siete de cada diez carreras técnicas tienen sueldos bajo los 550 mil pesos. Por ejemplo, un asistente de educador de párvulo tiene un sueldo promedio de 225 mil pesos al mes. Cinco años más tarde, su remuneración  sólo es de 246 mil pesos al mes.  En el caso de los institutos profesionales,   al 5° año de egresados, el  30,8 % de los titulados en institutos profesionales tienen sueldos bajo la línea de 550 mil pesos.
En fin, abundan las cifras que desenmascaran la falacia sostenida por décadas, que pretende convencernos que los salarios son bajos porque las personas no tienen estudios.
Esta verdadera confabulación contra el desarrollo humano ha contado con la activa complicidad de los economistas. Desde hace tiempo, como lo escribía Sánchez Cuenca en El País,  creen estar en posesión de una ciencia sobre el bienestar social y sobre la forma más eficiente de resolver los problemas de distribución de los recursos que aquejan a toda colectividad humana.
Los economistas creen que las conclusiones que se siguen de las teorías científicas que manejan deberían llevarse a término con independencia de lo que puedan decidir los ciudadanos o sus representantes.
En Chile, la situación es peor puesto que incluso son los ingenieros comerciales que determinan la viabilidad de una idea o proyecto de sociedad. Entonces, es hora que los ciudadanos que se sienten atropellados expresen claramente a los partidos políticos, al menos, sus exigencias, en  materia de salud, educación y salarios. El premio o la sanción es… el voto.
El socialismo y la socialdemocracia han sido formas del capitalismo.
 El principal problema del estancamiento del desarrollo humano en Chile es que las fuerzas que deberían haber impulsado los cambios, terminaron haciendo piruetas que ingenua y/o estúpidamente pretendieron aplicar su programa en el interior de un programa ajeno, ese que fue concebido en la dictadura y que paradojalmente se consolidó durante los sucesivos gobiernos de la Concertación. Como lo resumía un analista español hablando del socialismo y la socialdemocracia, a fines del siglo XX y principios del XXI estos han sido meras formas del capitalismo.
Entre la  realidad y los sueños.
Los ciudadanos deben saber elegir. En lugar de fijarse en un nombre debemos examinar a la lupa el programa. ¿Responde rápidamente a los necesidades más urgentes de la población? .El programa debe contemplar pocas medidas pero que socialmente tengan un alto impacto cualitativo. Globalización, especulación financiera, concentración son las herramientas del capitalismo que cada día incrementa la sofisticación de la explotación. Frente a eso, hay que ser honestos y decir, en materia de grandes transformaciones  “haremos lo que más se pueda y punto”. En cuanto a las necesidades básicas, haremos todo.
En este Chile que no es 2.0, tan sólo un  ¼ de país,  se necesita rápidamente construir un sistema de salud público que respete –en términos concretos- a los enfermos.
Es imposible que un sistema como FONASA, pueda financiarse con una cotización del 7% de los asalariados; además de los que menos ganan. Ese aporte no representa nada para un sistema que entrega – o pretende entregar -  cobertura de salud a más de 13 millones de asegurados, sin exclusión de edad, sexo, nivel de ingreso, nº de cargas familiares ni enfermedades preexistentes. Los cotizantes de Fonasa se concentran en un 79,9% en el primer tramo es decir con rentas inferiores a los $300.000.  En el  sector Isapres, el 26,7% de la población cotizante tiene rentas superiores a los 900.000 pesos mientras sólo el 1,3% de la población cotizante de Fonasa supera esa renta. * Estos datos pueden haber sufrido variaciones pero en grandes líneas corresponden a la situación actual.
Por eso, en un programa de gobierno debemos exigir que la cotización aumente a un 10%  pero que el 3% suplementario sea una contribución directa de los empleadores.
También durante uno, dos o tres años, el IVA debe ser aumentado en un punto y las sumas recaudadas con ese punto adicional deben afectadas directamente a construir, reparar y modernizar la infraestructura de hospitales y consultorios. En este esfuerzo deben participar todos, incluso los más pobres que en sus compras  verán reflejadas su contribución. Pero el retorno será un  sistema de salud que brinde a los grupos socio-económicos bajos la misma atención que reciben aquellos que cotizan en una Isapre y tienen seguros complementarios.
Otro punto que debe considerar un programa de gobierno es la valorización del trabajo, como única herramienta que otorga al ser humano su dignidad. Los que cada día realizan una actividad remunerada no deben andar golpeando las puertas de municipalidades y servicios ministeriales en busca de un bono o subsidio.
Revalorizar significa transparentar las estadísticas de empleo. Significa  que empleadores y empleados deben ser obligados por el Estado a sentarse en una mesa de negociación y discutir en serio la escala de salarios en Chile. Si la respuesta del empresariado es que Chile sólo puede crecer con sueldos mediocres, pues bien, entonces eso significa que el modelo no sirve a las grandes mayorías.
La ética es otro elemento central.  No se puede elegir a un candidato que es aconsejado por un profesional del lobby. No se puede votar por un partido que sigue cobijando a personas condenadas por corrupción o haber presentado falsas notas de gasto como parlamentarios. No se puede votar por un partido que cobija a los que, en una universidad,  urdieron un plan para estafar al Estado con las becas Valech.  No se puede votar por un partido que defiende los derechos humanos en Chile y hace caso omiso de lo que sucede en otras partes. No se puede votar por candidatos que reciben fabulosas sumas de dinero de comunidades específicas. No se puede votar por candidatos que tienen relaciones privilegiadas con los grandes intereses y conviven de manera promiscua con las corporaciones.
Hoy, la participación ciudadana también implica proponer soluciones a cada uno de los partidos, exigirles una conducta ética. Si dicen que no…habrá que sancionarlos de manera contundente con el voto.