domingo, 14 de julio de 2013

El blanqueo la mejor manera de zafar


La política del blanqueo, una manera de zafar.

Gracias a la campaña presidencial, estamos descubriendo que terminar con la desigualdad y los abusos son los principales desafíos del próximo gobierno. Visto de esa manera, desigualdad y abuso, bajaron a Chile hace pocos meses y seguramente desde Marte o Júpiter.

 Según  esa óptica,  nada de lo que actualmente sucede tiene algún vínculo con  la chilean way del capitalismo, es decir, la economía social de mercado armada en los 80’ cuando no existía ningún espacio para formular alguna objeción.

El estado del sistema de salud con un Auge que, con su andar de tortuga ya genera un sentimiento de abandono entre los excluidos, es responsabilidad del Espíritu Santo al igual que el sistema privado que traspasa el costo de cualquiera nueva medida  a sus clientes. Nada de esto tiene relación con la “revolución silenciosa” (J. Lavín 1987)  donde se definía a la salud como una nueva oportunidad de negocios.

También con la actual campaña presidencial, nos enteramos de algo que desconocíamos. Las  tarjetas de crédito así como los créditos de consumo, también forman de estos “nuevos” abusos. Parece que en los 90’, Tomas Moulian nunca escribió  sobre los ciudadanos“credit-card”, integrados a la aparente dinámica del Chile exitoso, identificados por una señal: su dependencia del crédito bancario. Parece que  Moulian nunca se refirió a este “Míster credit-card”   que cambio la organización social por el individualismo laboral para pagar…pagar para seguir endeudándose en la ilusión de un poder adquisitivo de ficción que cuesta muy caro.

La operación de “blanqueo” de la economía social de mercado  consiste en traspasar todos los problemas a un grupo de supuestas ovejas descarriadas. Es simplemente la mala conducta de algunos bribones que se coluden, redactan clausulas en minúsculas o pagan las facturas de los proveedores a 150 días.  Y ¡oh sorpresa!, se ha descubierto  que  también hay un  grupito de cuatreros que hace grandes negociados con la educación. Pero se trataría de un pequeño grupito que acreditaba sus engendros mediante empresas privadas, lo que equivale a dejar al gato a cargo de la carnicería. Realidad que nos era completamente ajena, al punto que para percatarnos necesitamos de las movilizaciones estudiantiles.

Como son faltas y errores de un puñado de cuatreros, el  Sernac se convierte en el gran actor político  que nos solucionara la vida. Depositemos toda nuestra confianza en la variedad de Sernac que se gestan  para  “arreglar” la salud , la educación y por que no ,uno del futbol para darle una válvula de escape a todos esos hinchas frustrados de ver a las selecciones nacionales que  siempre están a punto de ganar algo pero finalmente vuelven con las manos vacías.

Además, a este juego del olvido forzado,  suman la frase majadera: los ciudadanos se han empoderado y son más exigentes. ¿Los ciudadanos o los consumidores?  Como movimiento social o grupo de personas empoderadas, los estudiantes son los únicos que se mantienen pese a que el  apoyo “desinteresado y generoso” de los maestros de la política se ha esfumado. Pregunta: una manifestación para forzar a abandonar el proyecto Barrancones o las protestas de 2012 en Aysén dirigidas por Iván  Fuentes, son suficientes para determinar que existe un empoderamiento ciudadano. Con varios meses de puerta a puerta, en  la anterior campaña presidencial, colaboración en internas y más tarde en la elección  municipal pude observar que la gran mayoría estaba interesada en resolver su problema particular y nada más. Lógicamente, esta situación es más  comprensible en  las clases sociales que sufren todo el rigor de la economía “social” de mercado. Pero sería una equivocación crear otro mito, costumbre que nos caracteriza, para quedar bien con "la gente".

En  esta carrera hay otros candidatos que merecen la misma atención y que presentan un  catalogo de cambios en profundidad como desmantelar las AFP y las Isapres. Ellas se consolidaron con el tiempo convirtiéndose en una columna vertebral tan solida como la de un dinosaurio y con una concentración que no para de invadir todas las actividades de gran rentabilidad. ¿Terminar con eso?  Hay un tiempo para ejecutar las ideas y ese ya paso; pudo ser en los años de en la medida de lo posible.   Volviendo a lo anterior, no es ocioso interrogarse sobre si los pobres o la clase media están realmente convencidos en cambiar el modelo. Las verdaderas motivaciones pasarían   por beneficiar de un sistema de salud más equitativo, pago de intereses que consideren  la situación económica de los hogares o el  cumplimiento de los contratos suscritos con las empresas de servicios. De ahí a concluir que existe una mayoría que aspira al cambio de modelo hay un paso gigantesco. Además lo permitiría la casta  que se apropio de todas las posiciones de poder y como buena casta sin distinción política?

 Obviamente es importante plantear el mayor obstáculo, todo sugiere que en la globalización las verdaderas transformaciones  no tienen destino. Está descartada la responsabilidad social de los acomodados porque, como recientemente lo resumió la canciller alemana Ángela Merque,   “Los ricos podrían ser muy útiles. Es lamentable su escasa responsabilidad”.

Retornando a las propuestas de  campaña no hay nada muy nuevo  e incluso el grito de alerta del empresariado frente a una reforma tributaria es sumamente añejo.

Es probable que las reflexiones de Juan Soma vía  (ex director de la OIT)  constituyen la única bocanada de oxigeno en el actual catalogo de propuestas aun cuando el tema es de larga data. Es crucial colocar el acento en el salario, única herramienta  que permite, sino la libertad, una mayor autonomía. Se recupera la dignidad al no estar obligado a golpear puertas para obtener un mendrugo de asistencialismo. Y para que su obtención no signifique “el salario del miedo “apuesta a una reforma laboral que equilibre la fuerza entre el mundo empresarial y un sindicalismo que se destaca por su inexistencia o en el mejor de los casos con una inmensa fragilidad. El tema laboral es hasta ahora el gran ausente de esta campaña afirma Soma vía. En nuestra opinión,  desde el retorno de la democracia no ha  existido la menor voluntad de modificar este aspecto fundamental salvo un fracasado dialogo entre empleadores y la CUT a principios de la transición. Obviamente, no se trata de mejorar en cuatro chauchas el salario mínimo sino  revisar hacia arriba.

El resto es blanqueo y anestesia.